¿Es tu empresa emocionalmente saludable? (1)

A las puertas de la Navidad, parece que todos estamos orientados a las emociones positivas. Somos más generosos, altruistas, gregarios … o al menos nos comportamos más alejados de las emociones negativas que pueden acompañarnos el resto del año, temores, angustias, estrés, mal humor … dependiendo de personas y escenarios.
En general somos conscientes del cambio, pero lo achacamos al ‘espíritu navideño’ (no te vas a enfadar estos días de Navidad … ¿Verdad?) y el resto del año apenas somos conscientes de nuestras emociones más allá de cuando vemos cómo afectan a nuestros resultados. Nuestros patrones de pensamiento arraigados y la forma en cómo lidiamos con los sentimientos finalmente nos lleva hacia la felicidad o el dolor. La salud emocional es la base de casi todo: trabajo, familia, relaciones y bienestar físico.
En mis propias experiencias personales como empresario hace unos años, miro hacia atrás y veo cómo mis errores y éxitos estaban claramente relacionados con mi salud emocional en aquel momento.
Y es que, si ‘el carácter de un hombre marca su destino’, las emociones mal gestionadas conforman un carácter que no ayuda a gestionar con efectividad el entorno de trabajo ni al equipo.

Toma de decisiones
Dirigir un negocio es una montaña rusa de sentimientos que puede interferir con la toma de buenas decisiones. Hace años, mi solución fue simplemente dar rienda suelta a mis sentimientos, a veces de forma intempestiva. Esto, por supuesto, lo empeoró todo. Hoy, una vez distanciado de aquel proyecto y equipo de trabajo, cuento con una visión que he compartido en numerosos cursos de liderazgo y en mi libro ‘Liderar desde el Corazón’ y tengo relaciones más significativas en todos los aspectos de mi vida. Conseguirlo ha significado establecer límites fuertes con los demás y trabajar con claridad en la visión de construir y hacer crecer las relaciones más importantes. Este sistema hace que mi espíritu profesional sea más manejable: elijo bien los proyectos y las personas con las que trabajo y gestiono mejor mis emociones, lo que conduce a la toma de mejores decisiones de manera constante.

Un ejemplo reciente

Desde mi posición de consultor y formador en los últimos años, he visto numerosos directivos que tienden a establecer estándares increíblemente duros consigo mismos y trasladar esta presión a los miembros de sus equipos. Y cuando inevitablemente no alcanzan estos estándares imposibles, son muy duros con el equipo. En un caso concreto en que acompañé como coach a un director comercial de una gran empresa, esta persona me comentaba cómo todos los comerciales de su equipo de ventas estaban exhaustos e infelices, pero no entendía por qué, porque sentía que él mismo estaba asumiendo una gran carga de trabajo: él hacía más visitas y trabajaba más horas y más días que nadie en el equipo y no se sentía tan mal como decían sentirse sus personas.

Pero lo que llegó a comprender, a través de mucha introspección y trabajo duro, fue que, sin siquiera darse cuenta, estaba infundiendo un tipo similar de energía y expectativa en la empresa. La idea que transmitía era que, dando lo mejor de ti nunca es suficiente. La gente vio la forma en que se trataba a sí mismo y pensó: «Está bien, bueno, supongo que así es como se supone que debo ser en esta empresa». Con esta creencia, se contagiaban las emociones negativas en el equipo (aquí puedes leer como gestionar el contagio emocional en la empresa, post de nuestra psicóloga Candela Gil) y estaba ‘quemándolos’ a todos.

A medida que comenzó a cambiar eso dentro de sí mismo, creó el espacio y el poder para que otras personas se sintieran bien con su trabajo, celebraran sus victorias y sintieran que podían establecer estándares realistas para sí mismos y objetivos alcanzables y rentables para la empresa.. Existen muchas formas de comportamiento en las que los líderes, sin darse cuenta, están proyectando a todos cual es la expectativa. Y si no lo entienden dentro de sí mismos, no lo van a manejar bien dentro de sus organizaciones. Y si lo manejan bien estarán ayudando a que su equipo sea parte de una organización emocionalmente saludable.

Estabilidad ante el cambio para que una organización sea emocionalmente saludable

Alguien que lea este post podrá decir sobre la dificultad de gestionar las emociones en un entorno cambiante, ya que cuando observamos cuáles son los rasgos de una cultura emocionalmente saludable, veremos que uno de ellos es la estabilidad. Para la mayoría de las personas, la estabilidad es psicológicamente importante y todo cambia tan constante y rápidamente que, si no tienes algunas cosas en que apoyarte que sean estables, la incertidumbre que se genera hace del trabajo un entorno insostenible y abrumador.

Claro que, en entornos cambiantes, cuando el producto/servicio está cambiando y a veces el equipo también está cambiando, toda la declaración de la misión y la dirección de la empresa también podrían estar cambiando. Así que, desde el punto de vista emocional ¿Qué se podría mantener estable a pesar del cambio para que las personas de tu equipo tengan algún tipo de certeza a la que agarrarse, mientras navegan por el cambio constante a su alrededor?

Si te parece interesante resonder esta pregunta al mismo tiempo que trabajar el factor emocional en tu organización o equipo y dar seguridad y fortalecer a tu empresa, en Ágil Consultores podemos ayudarte. Pregúntanos cómo y lo preparamos juntos para 2023.

Ah! Y en el próximo post te daremos algunas pistas.



LA SOMBRA DEL LÍDER

©tiempo.com

Escribí en su momento sobre la gesta de Ernest Shakleton y su expedición Antártica. Incluso tengo cierto expertise sobre el tema pues he dado charlas y cursos de liderazgo al respecto. Pero ha sido hoy cuando he recapacitado de nuevo sobre el héroe olvidado de la expedición, Tom Crean, al ver un documental sobre este marinero irlandés en ArteTV. De hecho, Crean fue siempre ‘la sombra del líder’ no como algo oculto sino como una prolongación y necesario apoyo del líder y no solo de Shakleton, también de Robert Falcon Scott pues participó en su intento de llegar el primero al Polo Sur, hazaña que le costó la vida a Scott y dio fama al noruego Roald Amundsen que ganó la carrera que ambos emprendieron en 1912.

Atrapados en el hielo

He releído el libro de Caroline Alexander ‘Atrapados en el hielo’ sobre la expedición Antártica y la tripulación del Endurance y he recuperado a Tom Crean como actor imprescindible en la gesta que ha forjado la leyenda de Shakleton, el líder que se estudia en escuelas de negocio no por sus logros (de hecho, nunca consiguió su principal objetivo), sino como ejemplo de cambio de paradigma: de la consecución del objetivo a la supervivencia del grupo, un mayor logro conociendo las circunstancias.  Todo lo contrario de Scott que al parecer eligió morir en el intento a regresar y salvarse.

Ernest Shakleton y Tom Crean ©tomcreanbook.com

El apoyo necesario que todo líder necesita

Tom Crean fue para ambos expedicionarios el apoyo que tenían a la hora de tomar sus decisiones, gestionar a su equipo, marcar nuevas metas, superar las más duras condiciones y, en el caso de la expedición de Shakleton, conseguir la supervivencia de todo el grupo (en el caso de Scott no participó en las últimas millas del recorrido y al parecer esto determinó el fracaso y la muerte del grupo elegido)

En el caso que nos ocupa, también Frank Worsley, cuya pericia como navegante fue imprescindible para poder atravesar el mar de Weddell y la isla de Georgia del Sur y así poder pedir ayuda para el rescate del grueso de la tripulación que se quedó en Isla Elefante. También Frank Wild como segundo al mando y a cargo de los marineros, que esperaron durante meses en este islote del inhóspito y helado Antártico merece el reconocimiento de ser un apoyo fundamental para el líder Shakleton.

Competencias del ‘segundo’ del líder

©wikipedia

Tomando las características de Tom Crean vemos que éste era un hombre tenaz, o se daba por rendido y conocía sus fuerzas y limitaciones. Aceptaba ante todo la cadena de mando y aunque a su pesar a veces, no discutía las decisiones del líder en público. Otra cosa era que pudiese argumentar en privado sus propias impresiones. Crean era además un hombre vitalista, locuaz y de gran corazón (es famosa su foto con los cachorros de los perros de trineo que, no obstante, y muy a su pesar, tuvo que sacrificar para alimentar a la tripulación). 

Así que viendo el documental y releyendo sobre la expedición de Shakleton reconocemos las siguientes competencias en Tom Crean:

  • Disciplina para acatar las órdenes y no cuestionar el mando en público. Ayuda al líder a fortalecer su posición y sus decisiones.
  • Capacidad de escucha y feedback. Shakleton le consultaba su parecer en base a su experiencia y conocimiento, del medio y del grupo.
  • Entereza ante situaciones difíciles. Cumpliendo el primero con esfuerzo y sacrificio de forma que reforzaba la seguridad y la confianza del grupo en el mando. 
  • Acción basada en el convencimiento de que sí es posible. Es un modelo de comportamiento que el líder desea que prevalezca en el equipo.
  • Actitud vital, buen humor y nunca quejas, siendo el ejemplo que ayuda al grupo a no desfallecer ante la adversidad, coherente con las instrucciones del líder.
©patlibros.org

Y de su historia como nos la cuentan podríamos extraer más: humildad, amor por su familia, capacidad de negociación, discreción, … y lo que sí extraigo yo de este héroe casi olvidado, es que todo líder necesita tener apoyo en los mejores de su equipo, en aquellos que puede delegar las tareas más importantes y compartir el compromiso para la consecución de las más importantes metas

Ahora bien ¿Cómo reconocer a estos colaboradores de mayor desarrollo? En mi libro ‘Liderar desde el Corazón’ te doy las claves para hacerlo de forma efectiva.