Cuando ya no estás al cien por cien orientado/a al logro profesional, sea porque has conseguido tus objetivos, estás en tu última etapa laboral o estás de lleno en un proceso de cambio, sería conveniente que revisases tus expectativas de recompensa para generar nuevas motivaciones para esta nueva situación.
Los tres niveles de motivación y recompensas
Hay tres niveles de motivación y su consiguiente recompensa: en primer lugar la motivación y recompensa extrínseca, el dinero que me pagan por hacer mi trabajo; en segundo lugar la motivación y recompensa intrínseca, mi enriquecimiento profesional y personal por mi aprendizaje y experiencia y, por último, la motivación y recompensa trascendente, mi contribución a los demás y a mi entorno.
Que todos trabajamos por dinero es sabido, pero que trabajamos y nos motivamos ‘no solo’ por dinero es algo que hay que analizar detenidamente. Nuestro entono de trabajo, el tipo de empresa, su propósito y contribución, el horario y su flexibilidad, la cercanía del lugar de trabajo a nuestro domicilio, el reconocimiento de nuestros mandos, las vacaciones, etc. etc. son ‘honorarios’ que nos motivan y percibimos -y digo percibimos como resultado de nuestra percepción- como recompensa extrínseca igual que nuestro sueldo.
La formación, la experiencia o ‘expertise’ que conseguimos tras mucho tiempo, proyectos, decisiones, situaciones, problemas resueltos, son parte de nuestra recompensa intrínseca, pues tras todo ellos somos mejores profesionales y nuestra autopercepción de valor aumenta y así nos atrevemos con retos y proyectos cada vez más importantes.
Para estar motivados hacia una recompensa trascendente necesitamos sin embargo el reconocimiento de que nuestro trabajo ha servido a alguien más que a nosotros mismos, que hemos ‘trascendido’ más allá de nuestro trabajo o labor sea ésta la que sea (no tiene que ser un/a médico o un misionero/a, sirve cualquier tarea que hagas orientada a la mejora de la vida de los demás y aquí entran todo tipo de trabajos).
Como reconocer nuestra trascendencia
Para este reconocimiento, hemos de vernos reconocidos no solo en la percepción de los demás sino en la observación del resultado de nuestra intervención o ayuda a su mejora profesional y/o personal. Pongo un ejemplo que he vivido hoy mismo comiendo con unos amigos que también fueron, hace unos años, alumnos en varios de mis cursos. Una pareja que han trabajado, desde una buena base de valores que han recibido en su infancia (o que han sabido incorporar con los años) los diferentes aspectos de su vida y roles: pareja, padres, profesionales e individuos por separado.
La forma en que anteponen sus prioridades familiares, la educación de sus hijos, al logro profesional como primera meta, es encomiable. Han cambiado de trabajo y reducido su jornada (y sus honorarios) para poder acompañar a sus hijos de pocos años en su crecimiento y educación.
Cómo se comunican entre ellos y con sus hijos, con honestidad, sinceridad y ejemplo. Comparten con sus pequeños comidas, cenas, actividades y ocio, limitan su acceso a tecnologías invasivas … y son efectivos en la gestión y manejo del tiempo que disponen, trabajan en mejoras de la casa, realizan actividades de ocio, viajes, vacaciones y deporte, siguen formándose y creciendo juntos y por separado. Y sobre todo tienen una orientación a objetivos claramente definidos, lo que les ayuda a definir estrategias y planificar acciones para conseguirlos más fácilmente.
¿Y qué tiene que ver todo esto con una ‘recompensa trascendente’ en mi caso?
Bien, aparte de que esta pareja sea ‘de una arcilla de la mejor calidad’, con la que la vida ha ido modelando su mejor versión, supongo que yo he podido contribuir con mi granito de arena en los muchos cursos que he compartido con ellos: ‘Inteligencia Emocional’; ‘Gestión del Tiempo’, ‘Negociación’, ‘Trabajo en Equipo’… algo que ellos me confirman con su amistad y reconocimiento.
Hoy he aprendido de ellos más de lo que ellos pudieron aprender de mí, pues he visto que, en su aplicación, honestidad y esfuerzo, han sabido gestionar sus recursos de una forma brillante y me ha impresionado el resultado. Esa ha sido mi ‘recompensa trascendente’.
En resumen
Así que si has de cambiar, reorientar o buscar nuevas prioridades en tu vida profesional y/o personal, no olvides que, independientemente a tu recompensa extrínseca e intrínseca, puede serte útil orientar tu motivación a conseguir una recompensa que te haga merecedor de tu propia estima por haber conseguido la estima de aquellos a quienes has ayudado, aunque haya sido solo añadiendo un granito de arena a su vasta y reconfortante playa.
Gracias por la reflexión Alfons.
Un placer crecer profesional y personalmente a tu lado (y pongo el profesional por delante, ya que esos cursos impartidos por tí, iban encaminados principalmente a ese ámbito en concreto, pero guiándonos por nuestra percepción, nuestros valores y nuestro corazón, podemos extrapolar estos conocimientos a todos los ámbitos que nos rodean).
Al fin y al cabo, seguimos negociando día a día, ¿no?.
Mi padre me dijo un día que no podía enseñarme muchas cosas y que aprovechara al máximo la escuela, que no me quedara con dudas nunca… lo que él no sabía, es que cada día me enseñaba unos valores que marcarian el resto de mi vida.
Me enseñó muchas cosas, y entre ellas, 3 valores básicos; ser honesto, ser trabajador y ser buena persona.
El tiempo me ha enseñado que si tienes al menos estas 3 cosas, el resto, no es que venga solo… pero queda relativamente cerca.
Mira, aprende, prueba, equivócate, rectifica, mejora…
Todos cometemos errores, pero hay que admitirlos, corregirlos, y aprender de ellos, trabajarlos y mejorarlos… porque en ese aprendizaje es donde encontraremos el mayor reconocimiento: el nuestro.
Se trata de dejar nuestra huella en algo… o quizás de no dejarla .
Lo curioso es que, horas antes de esa comida, hablábamos entre nosotros precisamente que, en una simple comida, en un rato con amigos, siempre sacamos conocimientos y conclusiones que nos ayudan a mejorar… y, como hemos podido comprobar ahora, no estábamos equivocados.
Lo dicho, gracias y… pronto repetiremos.
Un abrazo.